La principal consecuencia que nos ha dejado la pandemia es un descenso generalizado de la demanda. Tanto es así que, como ya comentamos en un artículo anterior, el 30,4 % de las empresas y el 42 % de los profesionales independientes ha visto reducida su facturación en más de un 60 % desde que se declarara el estado de alarma. Aunque es cierto que la crisis sanitaria, social y económica que padecemos actualmente no ha afectado a todos los ámbitos por igual.
Sin duda, la traducción de textos turísticos es la actividad que más ha sufrido. Las restricciones de movilidad han tenido un impacto directo en el turismo, y esto se ha visto reflejado en la escasa demanda de traducciones por parte de hoteles, cámpines, empresas de transporte, agencias de viajes, operadores turísticos y demás empresas del sector. Le sigue la traducción audiovisual, un campo en el que el número de proyectos de traducción de guiones para doblaje y subtitulado también ha disminuido como consecuencia de la interrupción de la producción audiovisual. Por último, la traducción jurada, ampliamente ligada al turismo y la emigración, es otro de los servicios que en mayor medida se ha visto afectado, especialmente al inicio de la pandemia, cuando toda la administración quedó paralizada (universidades, oficinas de extranjería, Hacienda…) y se suspendieron los trámites para los cuales suelen ser necesarias las traducciones oficiales.
La otra cara de la moneda la constituye la traducción médica, que se ha presentado como una forma de contribución a esta situación de crisis sanitaria. El papel de los traductores médico-sanitarios ha sido fundamental a la hora de disponer de ensayos clínicos o productos tales como pruebas de detección del SARS-CoV-2, cuya documentación técnica debía estar necesariamente traducida al español para que pudieran comercializarse en nuestro país. También en el sector de la traducción jurada, pese a haber sido uno de los más perjudicados por toda esta situación, han surgido nuevas necesidades. Ejemplo de ello son la traducción jurada de la PCR negativa necesaria para viajar a la mayoría de los países del mundo o la traducción jurada de ensayos de mascarillas u otros equipos de protección personal contra el coronavirus, exigidos si se quiere participar en cualquier licitación.
Nuestra forma de trabajar apenas ha cambiado porque, afortunadamente, la de los traductores es una actividad que puede desempeñarse desde casa (de hecho, ya antes de la pandemia, la mayoría de los profesionales del sector teletrabajaban), pero no ocurre lo mismo en el caso de los intérpretes, de quienes hablaremos en el próximo artículo. Desde luego, lo que está claro y es común a todos, traductores e intérpretes, es que nuestra labor no ha dejado en ningún momento de ser necesaria y superaremos este bache que, sin duda, nos hará a todos más fuertes.