Nadie pone en duda que el libro más vendido y traducido de la historia es la Biblia con la asombrosa cifra de entre cinco y seis mil millones de copias vendidas y traducida (al menos un libro) a más de 1.660 idiomas. Sólo el Nuevo Testamento ha sido editado en más de 435 lenguas.
Jerónimo de Estridón fue el encargado de traducir la Biblia del griego y del hebreo al latín. Esta traducción recibió el nombre de la Vulgata (de vulgata editio, 'edición para el pueblo') y fue declarada en 1546 por la Iglesia católica en el Concilio de Trento hasta la promulgación de la Neovulgata, en 1979, el texto bíblico oficial de la Iglesia católica.
Se espera que con la celebración de este día cada vez más personas sean conscientes de la importancia de la figura del traductor.
Los traductores no traducen palabras, frases o expresiones sino textos, ideas, intenciones, sentimientos, opiniones y culturas. Por eso, no basta con que un traductor conozca dos o más lenguas a la perfección sino que además es un experto conocedor de las culturas en las que trabaja y sabe mediar entre ambas para lograr trasladar el mensaje expresado en una lengua origen a una lengua meta impregnada de una cultura totalmente diferente y superar así las barreras del idioma.
Como curiosidad, a nuestros compañeros traductores en Argentina debemos felicitarles el día del traductor por duplicado ya que en este país desde el año 1943 se celebra cada 1 de abril el “Día del Traductor Público”, en conmemoración de la reglamentación por primera vez de la entrega Diplomas Periciales para Contadores, Calígrafos y Traductores Públicos.
Para celebrar este día, PAFELINGUA, agencia de traducción e interpretación especializada en Lenguas Minoritarias, os propone que veáis una escena de la película La vida es bella (1997), escrita, dirigida y protagonizada por Roberto Benigni, en la que el protagonista interpreta un papel insuperable como padre y como traductor.