Pero para que series como Black Mirror alcancen la notoriedad internacional que han logrado son esenciales (además del boca a boca) las figuras del traductor audiovisual y el subtitulador. Concretamente, Black Mirror fue galardonada con el premio a la Mejor subtitulación de obra estrenada.
Los traductores audiovisuales son quienes trabajan a contrarreloj para que los episodios estén traducidos tan solo 24 horas después de haberse estrenado en EE. UU., inventan «palabros» y españolizan los chistes y referencias culturales, de manera que sean comprensibles en nuestro país. Precisamente estos aspectos son, al mismo tiempo, lo mejor y lo peor de la profesión.
Actualmente, uno de los problemas de la traducción audiovisual es el tiempo de entrega: un capítulo de 20 minutos suele traducirse en solo uno o dos días, lo cual dificulta aún más el proceso de traducción. Por ejemplo, en el caso de Lost, para que las emisiones en ambos países coincidieran, la traductora se vio obligada a traducir sin guion escrito, con la ayuda de imágenes preliminares sin retoques ni efectos especiales. Lo contrario le ocurrió a la traductora de South Park, quien recibía el guion por la tarde, el vídeo de madrugada y debía entregar el episodio antes de las siete de la mañana para, posteriormente, someterlo a un control de calidad.
A pesar del ritmo frenético, este modus operandi tiene también una parte anecdótica. Y es que tiene que ser cómico ver al protagonista «jugarse la vida» en un escenario de cartón piedra con una colchoneta en el suelo. Además del privilegio que supone ser casi el primero en ver cada capítulo en nuestro país.
Las referencias culturales, los giros verbales y las frases hechas son otras de las grandes dificultades. Las series incluyen referencias culturales y humorísticas que no tienen por qué conocerse en el país donde se van a emitir, y el traductor audiovisual debe ser capaz de traducir esas emociones exprimiendo al máximo su creatividad y sin perder el rigor de la actualidad. Reinventar chistes y expresiones, hacer referencia a personajes conocidos internacionalmente por el público, crear rimas, utilizar aliteraciones... Todo vale con tal de que el espectador no se pierda nada.
Aunque apasionante, la tarea del traductor/adaptador audiovisual no es nada fácil (sobre todo, teniendo en cuenta la falta de tiempo) y, sin duda, no está lo suficientemente valorada. ¡Estamos seguros de que con sus experiencias podríamos crear una nueva serie!