A grandes rasgos, la labor del intérprete médico consta de dos partes: una primera que implica el trato directo con pacientes, y una segunda de carácter más bien administrativo. La atención a los pacientes consiste fundamentalmente en acompañarlos desde su llegada al hospital hasta que reciben el alta (también a cualquier tipo de prueba), mientras que en lo que respecta a la parte administrativa, normalmente, el intérprete clínico se encarga de gestionar los trámites con los seguros privados o contactar con la autoridad sanitaria del país del paciente.
En definitiva, la interpretación hospitalaria tiene como objetivo facilitar o posibilitar la comunicación entre el personal sanitario, el paciente y todo su entorno. La demanda de este servicio se ha visto especialmente incrementada en las últimas semanas, ya que entre los pacientes ingresados por Covid-19 se cuentan también numerosos extranjeros a quienes hay que informar adecuadamente sobre la enfermedad o las posibles complicaciones que pueden producirse como consecuencia de la misma. En este contexto, han surgido dos problemáticas.
Por un lado, el aumento de pacientes extranjeros en hospitales ha llevado a la necesidad de ampliar los servicios de interpretación de acompañamiento en el ámbito de la salud y contar con un número de intérpretes médicos superior al habitual. Sin embargo, la demanda es de tal magnitud que en algunos lugares les ha sido imposible dar abasto por sus propios medios y han tenido que buscar desesperadamente nuevos profesionales externos. Se produce, por tanto, una sobresaturación de este servicio, dado que solo aquellos intérpretes que cuentan con formación especializada en traducción médica y dominan ambos idiomas de trabajo a un nivel de excelencia son aptos para desarrollar una tarea tan compleja como es la interpretación médica.
El segundo problema viene dado por la forma en que estos profesionales prestan sus servicios. La interpretación de enlace es la más habitual en estos casos. El intérprete se sitúa entre los interlocutores y traduce, susurrando o en voz alta, la intervención de cada participante cuando este acaba. Sin embargo, la escasez de equipos y material de protección, sumada al riesgo de contagio en los hospitales, impide que todos los intérpretes clínicos puedan trabajar en persona con pacientes de Covid-19, como harían normalmente con otros enfermos.
Aquí entra en juego la interpretación telefónica. Es decir, lo que se está haciendo en muchos casos es realizar la interpretación de forma remota. Pero esto también tiene sus limitaciones. Por ejemplo, la duración del intercambio médico puede llegar a duplicarse o triplicarse, lo cual solo añade más confusión y ansiedad a situaciones de por sí estresantes. También puede ocurrir que el sanitario responsable no logre establecer línea directa con el intérprete médico en el primer intento. Los intérpretes clínicos, por su parte, dicen que la calidad de su trabajo puede verse mermada, ya que no pueden servirse del lenguaje corporal ni leer expresiones faciales.
En circunstancias normales, muchos pacientes extranjeros permanecen acompañados de familiares capaces de ayudarles a comprender y hacerse entender (aunque, si estos no cuentan con formación médica, lo idóneo es que este papel lo adquiera un intérprete médico profesional). Pero debido a que los hospitales han prohibido las visitas, salvo en casos muy excepcionales, los pacientes están solos.
Toda esta situación ha multiplicado los desafíos en los hospitales y nos consta que son muchos los compañeros traductores e intérpretes médicos que lo están dando todo para ayudar a los afectados y aportar su granito de arena, incluso de manera voluntaria, sin esperar alguna aportación económica. Desde Pafelingua, como agencia de traducción, no podemos más que expresar nuestra admiración y agradecimiento. ¡Mucho ánimo!
Escrito por A.G.G.