Pero ¿cuáles son las principales dificultades que entraña la traducción de repostería?
En primer lugar, es imprescindible tener en cuenta el factor cultural. En muchos casos, nos encontramos ante recetas muy conocidas por los lectores del texto original pero infrecuentes para el público del texto meta. La prioridad de un traductor profesional debe ser siempre el lector y, por consiguiente, trasladar los elementos culturales y las ideas transmitidas en el texto con el mayor grado de equivalencia posible constituye uno de los principales retos de cualquier traductor culinario.
Además del choque cultural, como en todas las especialidades de traducción, la elección de la terminología (p. ej. términos referentes a los utensilios de cocina) supone otro gran desafío para el traductor encargado de crear el texto que llegará a las manos de lectores de otros rincones del mundo.
La denominación de ciertos ingredientes muy arraigados en una cultura gastronómica deriva en la utilización de préstamos de otras lenguas, como brownie o panna cotta, equivalentes acuñados, como «borracho» (boozy), en el sentido de que la receta incluye algún licor, o generalizaciones, especialmente en la traducción de los encabezados de recetarios u otros libros de cocina (p.ej., el uso de la palabra «tarta» o «pastel» al traducir «cake» o «gateau», sin hacer ninguna distinción o aclaración). En otros casos, el traductor gastronómico se ve obligado a incluir una descripción del producto para que el lector pueda captar el mensaje del texto original, u omitir algunos elementos, siempre que la esencia de la información no se vea alterada. Esta última técnica suele utilizarse para no plagar de adjetivos la traducción de los platos.
Por último, la problemática que genera la conversión de medidas es otra de las razones por las que la traducción de, por ejemplo, un recetario debe dejarse siempre en manos de un traductor especializado. Aunque los sistemas métricos han minimizado esta traba, nos podemos encontrar con documentos en los que no se habla de gramos o kilos, sino de vasos, tazas o cucharadas. En estos casos, le toca al traductor revisar las medidas y sus equivalentes para que la cantidad de ingredientes en la receta sea la misma en ambos idiomas.
De cara a la Navidad, cuando el consumo de dulces se dispara, es un buen momento para traducir el menú de tu restaurante o cafetería, o para publicar tu libro de recetas en varios idiomas. Para ello, en Pafelingua, contamos con traductores profesionales expertos en traducción de repostería que te ayudarán a superar los obstáculos de la traslación del texto. Ya sabes lo que dicen… ¡A nadie le amarga un dulce!