Pero no solo de libros vive el traductor. Gracias a los traductores audiovisuales tenemos acceso a una enorme oferta internacional de películas, series o documentales; gracias a los traductores técnicos podemos comprender las instrucciones de esa recién estrenada lavadora; gracias a los traductores médico-sanitarios es posible acceder a literatura médica producida en otros países; gracias a los localizadores de videojuegos llegan a nosotros miles de juegos adaptados a nuestra lengua y cultura; gracias a los traductores comerciales muchas empresas logran expandir con éxito su negocio a otros mercados internacionales; gracias a los traductores financieros los expertos del sector pueden trabajar con documentos de carácter económico-financiero redactados originalmente en otra lengua; gracias a los traductores jurídicos los despachos de abogados pueden mejorar su estrategia de comunicación; y gracias a los traductores jurados podemos realizar cualquier trámite oficial que exija la presentación de documentos extranjeros.
Y esta es una ínfima muestra del papel que juegan los traductores profesionales en nuestra economía y vida diaria. Necesitaría varias páginas para definir suficientemente la actividad de este sector que, como tantos otros, ha sufrido significativamente durante la pandemia que hoy vivimos. Según una encuesta realizada por la Asociación Nacional de Empresas de Traducción e Interpretación, durante el estado de alarma, el 80,7 % de las agencias de traducción y el 74 % de los traductores autónomos vio reducidos sus ingresos. Es más, el 30,4 % de las empresa y el 42 % de los profesionales independientes afirmó que su facturación había disminuido más de un 60 %. De acuerdo con este mismo estudio, la debilidad de la demanda, la bajada de tarifas por la competencia o la estrategia de futuro poscovid son los aspectos que hoy más preocupan a empresas y autónomos, de los cuales el 53,1 % y el 43,2 %, respectivamente, no espera recuperar su facturación anterior hasta el año 2021.
Hay quienes opinan que, en un futuro no muy lejano, los traductores humanos serán reemplazados por traductores automáticos, mucho más elaborados y perfeccionados que los que conocemos actualmente. Pero olvidamos que la traducción no consiste meramente en sustituir una palabra por otra, sino que tiene un lado emocional. Como dijo el argentino Alberto Manguel, el traductor «es capaz de desmenuzar un texto, retirarle la piel, cortarlo hasta la médula, seguir cada arteria y cada vena y luego, poner en pie a un nuevo ser viviente».
Hoy es un día para agradecer a los traductores profesionales su contribución constante, universal y necesaria. Se atribuye al escritor alemán Günter Grass una cita que dice: «la traducción es aquello que todo lo cambia para que nada cambie». Pues que nunca nos falten los traductores porque sin ellos el mundo sería más silencioso, y mucho más pobre.