Ya habíamos leído algunas quejas en redes sociales por parte de muchos usuarios, en su mayoría anglófonos, cuando saltó la polémica en España. A través de su perfil de Twitter, el traductor audiovisual Eric Escribano puso al descubierto el hecho de que los subtítulos en español de El juego del Calamar son poseditados, o lo que es lo mismo, que la serie se ha subtitulado con traducción automática poseditada. Esto quiere decir básicamente que los subtítulos no son obra de un traductor profesional, sino de una herramienta de traducción automática.
Como bien ha explicado la Asociación de Traducción y Adaptación Audiovisual de España (ATRAE) en un hilo de Twitter, el proceso habitual cuando se traduce para subtitulado es que la distribuidora o productora envía el material a una agencia intermediaria que se encarga de asignarla a un traductor audiovisual que la traduce desde cero. ¿Qué ocurre con la posedición? Pues que el texto no lo traduce un profesional, sino que se introduce en un motor de traducción automática y una persona la revisa para tratar de mejorar el resultado y hacer lo que el software no ha podido. Es decir, se deja en manos de un algoritmo que carece de la creatividad y la sensibilidad que requiere el arte audiovisual, repleto de matices, sensaciones y originalidad.
Existe la equivocada impresión de que la posedición es mucho mejor para el traductor porque conlleva «menos trabajo», pero la realidad es que la traducción automática que se genera es tan pobre que no supone ningún ahorro en lo que a tiempo se refiere. Solo ahorran las empresas, que consiguen ofrecer hasta dos tercios menos de la tarifa habitual de traducción para una tarea que nunca lleva menos tiempo. Quien posedita tiene dos opciones: retraducir el texto prácticamente entero por una tarifa irrisoria o no tocar apenas el texto generado por el traductor automático para que le salga rentable el trabajo, lo cual deriva siempre en un resultado final carente de alma y creatividad.
Por esto, queremos sumarnos al comunicado que ATRAE publicó el pasado 13 de octubre para condenar la posedición y pedir a las grandes plataformas audiovisuales que rechacen estas prácticas, que solo conducen a resultados deficientes, con la consecuente pérdida de reputación, un servicio de baja calidad para los usuarios, que cada vez pagan cuotas más elevadas, y una precarización aún mayor del trabajo de los traductores audiovisuales, quienes, como bien dicen desde la Asociación, «tienen que sufrir a intermediarios que se quedan con porcentajes pantagruélicos de lo que pagan las distribuidoras y además delegan en una máquina el grueso del trabajo».
La Asociación de Traducción y Adaptación Audiovisual de España anima, además, a los consumidores a poner en conocimiento de Netflix su descontento con la calidad de las traducciones tanto a través de sus redes sociales como de la propia plataforma. Obtener calidad en un servicio por el que pagamos cada mes está en nuestra mano.