Como definición, podemos decir que el traductor jurídico es aquel que está especializado en la traducción de textos utilizados, generalmente, en los ámbitos judicial y legal, mientras que el traductor jurado, además de contar normalmente con especialización formal en la rama del Derecho y otras afines, está facultado para emitir traducciones con carácter oficial, independientemente de la naturaleza del documento original.
En España, la figura del traductor jurado está asociada al Ministerio de Asuntos Exteriores y de Cooperación (MAEC), que es el responsable de otorgar este nombramiento y publicar un listado que se actualiza mensualmente y gracias al cual aquellas personas que necesitan una traducción jurada pueden consultar los datos de contacto de los traductores oficiales que se encuentran en activo cerca de su zona.
El hecho de contar con la acreditación de un departamento ministerial como el MAEC es lo que hace que aquellas traducciones selladas y firmadas por un traductor jurado tengan validez legal para todo tipo de organizaciones, empresas e instituciones. Las traducciones jurídicas, por su parte, no son aceptadas en según qué trámites. Esto no quiere decir que su calidad sea inferior ni que el traductor sea menos fiable. Simplemente, no son emitidas por un traductor jurado y, por consiguiente, no tienen carácter oficial.
De lo anterior podemos deducir, por tanto, que, generalmente, los traductores jurados son también traductores jurídicos, pero los traductores jurídicos no son traductores jurados. Esto no quiere decir que no puedan llegar a serlo, pero tendrán que superar los exámenes que el Ministerio de Asuntos Exteriores y de Cooperación convoca periódicamente. Como en toda regla, puede haber excepciones y a veces (muy raramente) nos podemos encontrar con algún traductor jurado que no está especializado en el área jurídica. No obstante, como os digo, es muy poco habitual que esto ocurra, puesto que la mayoría de documentos a los que se enfrentan los traductores jurados proceden de esta disciplina.
La última gran diferencia que existe entre traductores jurados y traductores jurídicos es, por tanto, el tipo de texto que traducen. Mientras que la actividad del traductor jurídico se ciñe a traducir documentos jurídicos (sentencias, dictámenes, documentación judicial, documentación extrajudicial, documentos notariales, documentos mercantiles…), el traductor jurado puede jurar cualquier tipo de texto, desde un expediente universitario hasta un informe médico, pasando por un contrato o un conjunto de correos electrónicos que se vayan a presentar como prueba en un juicio.
Cualquier documento, sea cual sea su naturaleza, es susceptible de ser objeto de traducción jurada.
Espero que después de leer este artículo no tengas ninguna duda acerca de las diferencias que existen entre un traductor jurado y un traductor jurídico, pero, si no es así, ¡no lo dejes pasar! Escribe tu pregunta en los comentarios y te responderemos encantados.
Escrito por Ana Gutiérrez González