Aunque a día de hoy el oficio de la traducción está liderado mayoritariamente por mujeres, lo cierto es que el papel de la mujer en la historia de la traducción continúa siendo casi desconocido. Por ello, desde Pafelingua, coincidiendo con la celebración del Día Internacional de la Mujer el 8 de marzo, queremos echar la vista atrás y dar a conocer el nombre de algunas mujeres que trabajaron a contracorriente de la época en la que les tocó vivir.
- Margaret Tyler (1540-1590). Fue la primera inglesa en traducir un libro de caballerías español (concretamente, Espejos de príncipes y caballeros de Diego Ortúñez de Calahorra), lo cual le llevó a ser fuertemente criticada, ya que se consideraba inapropiado que una mujer tradujera una historia de temática masculina y secular, en lugar de textos religiosos, como habían hecho otras mujeres antes. Durante su vida, Tyler luchó por defender la idea de que tanto los hombres como las mujeres debían ser tratados como seres racionales, sin distinciones.
- Giuseppa Barbapiccola (1702-1740). Esta filósofa, poetisa y traductora italiana destacó en el campo de la ciencia. En el año 1772 tradujo al italiano los Principios de la Filosofía, de René Descartes, llevando así a Italia el pensamiento cartesiano, lo cual le permitió alcanzar notoriedad ante los eruditos napolitanos. En el prólogo de esta traducción, Barbapiccola sostenía que las mujeres no eran intelectualmente inferiores por naturaleza, sino por falta de educación, una opinión que difería por completo de la de sus contemporáneos.
- Julia Evelina Smith (1792-1886). Fue la primera mujer en traducir la Biblia al inglés. Smith era filóloga inglesa y escritora y, como la mayoría de mujeres que lograron dedicarse a la traducción en esos tiempos, fue bien educada, con un conocimiento teórico-práctico del latín, el griego y el hebreo. Tardó ocho años en completar la traducción de la Biblia, que se publicaría dos décadas más tarde bajo el título La Santa Biblia: contenido del Antiguo y el Nuevo Testamento traducido literalmente de las lenguas originales. A pesar del exceso de literalismo presente en su traducción, fue la única disponible para los lectores de habla inglesa hasta 1881, cuando se publicó la versión revisada británica.
- Charlotte Hughes Bruner (1917-1999). Esta traductora de inglés y francés fue pionera de las escritoras africanas, aunque era estadounidense. Y es que durante toda su vida se dedicó a enseñar y traducir solo obras de mujeres africanas con el fin de promover la historia, la cultura y la literatura de este continente. Su labor y compromiso le permitieron en 1997 ocupar un espacio en el Iowa Women's Hall of Fame (salón de la fama dedicado a las mujeres de Iowa).
- Isabel Oryazábal (1878-1974). Isabel Oyarzábal de Palencia nació en Málaga en 1878 y se mostró como una mujer totalmente independiente y con ideales desarrollados, muy diferente al estereotipo de la época. Dentro de su labor traductora se pueden distinguir dos áreas: en primer lugar, la traducción literaria, donde podemos incluir la traducción al español de obras como Estudios de psicología sexual de Havelock Ellis o La nueva revelación de Conan Doyle, y, en segundo lugar, la interpretación profesional en organismos como el Instituto Internacional de Estadística. Su actividad en temas relacionados con la situación de la mujer fue siempre en aumento y llegó a ser nombrada presidenta de la Liga Femenina Española por la Paz y la Libertad.
El listado de mujeres que se dedicaron a nuestra profesión y dejaron una importante huella cultural es muy extenso y variado, pero si algo tenían en común todas ellas es que fueron feministas y lucharon por los temas más comprometidos de su época (el voto femenino, el acceso de la mujer a la educación superior, la incorporación de la mujer a actividades laborales hasta entonces considerados para hombres…). Lo mínimo que podemos hacer ahora nosotras es adquirir su carácter reivindicativo y darles el reconocimiento que merecen estas mujeres adelantadas a su tiempo, que tuvieron que atravesar un duro camino para lograr trabajar en la que era su verdadera vocación: la traducción.